En 2024, recibí una invitación para participar en una licitación pública para diseñar una marca. Lo que, en un primer momento, parecía una oportunidad profesional interesante, pronto se convirtió en una decepción tras examinar las condiciones. Decidí renunciar, y quiero compartir mis motivos porque esta experiencia refleja un problema estructural en la licitación de diseño público en España que afecta directamente a nuestra profesión.

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Por qué renuncié a participar en una licitación pública.

Trabajo previo no remunerado: un problema sistemático

Uno de los principales motivos de mi renuncia fue la exigencia de realizar gran parte del trabajo previo (estrategia, estudios y bocetos) sin compensación económica. Este tipo de prácticas son especulativas y han sido denunciadas durante años por READ (Red Española de Asociaciones de Diseño), ADG-FAD y el Colegio Oficial de Diseñadores Gráficos de Cataluña.

Como bien señalan estas instituciones, solicitar trabajo no remunerado degrada la profesión y fomenta una competencia desleal. Al igual que en otras disciplinas profesionales, el tiempo, conocimiento y experiencia invertidos deben ser valorados y remunerados desde el inicio.

Esta problemática no es aislada: Víctor Palau, en la revista Gràffica, destaca cómo estas prácticas están empujando a los creativos hacia situaciones insostenibles. En algunos casos extremos, los diseñadores llegan incluso a pagar por trabajar, en un giro grotesco que desvirtúa completamente la profesión (Gràffica, «Lo que nos faltaba: pagar por diseñar»).

Plazos imposibles comprometen la calidad

Otro motivo determinante fue el plazo de entrega irreal. En esta licitación se pedía que el proyecto estuviera listo en dos semanas, un tiempo que no se ajusta a la naturaleza del proceso de diseño. Crear una marca requiere:

  • Investigación profunda
  • Análisis estratégico de la competencia
  • Reuniones periódicas con el cliente

Estas etapas son fundamentales para entregar un trabajo de calidad y coherencia. Las asociaciones profesionales como READ han advertido que los plazos ajustados y las malas condiciones laborales degradan el resultado final, lo que afecta no solo a los diseñadores, sino también a las entidades que buscan proyectar una imagen sólida.

La desconexión entre política y creatividad

Uno de los problemas más profundos que enfrentamos es la desconexión entre las decisiones políticas y el proceso creativo. Como apunta un análisis de Gràffica, los concursos abiertos impulsados como actos de “populismo institucional” no favorecen el trabajo colaborativo. Una marca no es solo un logo; es el resultado de un proceso estratégico profundo que requiere visión compartida, diálogo y reciprocidad entre diseñadores y responsables políticos.

Este aspecto también lo ha abordado Nacho Padilla, exdirector de arte del Ayuntamiento de Madrid y Barcelona. Padilla señala que la Ley de Contratación Pública está mal diseñada para valorar trabajos de diseño, lo que genera intrusismo, bajas temerarias y trabajo especulativo (Gràffica, entrevista a Nacho Padilla).

Jurados sin formación: un obstáculo más

En este caso concreto, desconozco la composición del jurado, pero esto no deja de ser un problema estructural en licitaciones de diseño público. En muchas ocasiones, las decisiones recaen en funcionarios o políticos sin formación en diseño gráfico.

ADG-FAD y el Colegio Oficial de Diseñadores Gráficos de Cataluña insisten en que los jurados deben estar formados por expertos capaces de evaluar las propuestas bajo criterios estratégicos y técnicos. El diseño no es una cuestión de gustos personales; es una herramienta profesional que debe ser evaluada con rigor y conocimiento.

Renuncié por responsabilidad

Aunque diseñar una marca para una administración pública puede ser un proyecto apasionante, decidí no participar porque tengo la responsabilidad de entregar trabajos de calidad. Condiciones como plazos irreales y trabajo no remunerado son incompatibles con la profesionalidad que exige nuestra disciplina.

Una llamada a mejores prácticas

No soy el único ni el primero. Asociaciones como READ, ADG-FAD y el Colegio Oficial de Diseñadores Gráficos de Cataluña llevan años reclamando:

  • Remuneración justa desde la fase de propuesta.
  • Plazos realistas que permitan un desarrollo óptimo del trabajo.
  • Jurados compuestos por profesionales del diseño, con formación y criterio técnico.

Reflexión final

El diseño gráfico no es solo estética. Es una herramienta estratégica que impacta directamente en la imagen y comunicación de una ciudad, institución o empresa. Las administraciones públicas deben revisar sus procesos y respetar la profesionalidad del diseño, asegurando licitaciones justas, éticas y efectivas.

Nuestro tiempo, nuestro trabajo y nuestras ideas tienen valor. Es hora de exigirlo, alto y claro.